Quizá suene a novedad, pero en realidad esta es una práctica espiritual de acercamiento a la Sagrada Escritura que data de los primeros siglos del cristianismo. Ya por el siglo II los estudiosos y los eremitas la utilizaban. Es de Orígenes, nacido en 185, este comentario: “Dedícate a la lectio de las divinas Escrituras; aplícate a ellas con perseverancia…Entrégate a la lectio con la intención de creer y agradar a Dios. Entregándote así a la lectio divina, busca con lealtad e inquebrantable confianza en Dios, el sentido de las divinas Escrituras oculto a la gran mayoría…”
La expresión latina «lectio divina», que literalmente se traduce por “lectura divina” o “lectura de Dios”, es en nuestro tiempo sinónimo de «lectura orante» de la Sagrada Escritura.
La lectio divina, entre los escritores latinos antiguos anteriores a la Edad Media, designaba la Sagrada Escritura misma, y no una actividad humana sobre ella. Lectio divina era sinónimo de sacra pagina.
En su acepción primaria, la palabra latina lectio, significa “enseñanza”, “lección”; y sólo en sentido secundario y derivado, “lectura”. Así, lectio divina sería la enseñanza divina.
Según esto, la práctica de la lectio divina sería como asistir a la escuela del Divino Maestro para alimentar la fe, la esperanza y la caridad, entrando en comunión con Dios, en el misterio en el que se nos presenta a través del texto bíblico.
La Lectio, más que un “método” de lectura bíblica o de oración, es una experiencia de encuentro con el Señor: partiendo del encuentro con el texto sagrado, busca un encuentro con Dios. De la Palabra de Dios revelada, al Dios que la Palabra revela.
El método de la «lectio divina» consiste en una lectura “creyente”, por eso se distingue de la exégesis científica, del estudio y la interpretación, porque se centra en el diálogo de fe entre el lector y Dios, bajo la acción del Espíritu Santo.
La Lectio inicia un diálogo de corazón a corazón que lleva a la transformación del corazón del orante, a la conversión: “amada en el Amado transformada” (San Juan de la Cruz, Noche). Toda interpretación de la Escritura es un diálogo entre el texto y el lector (o el oyente), y toda interpretación debe llevar a una transformación o a una conversión. La práctica de la Lectio implica la disposición a dejarse interpelar y transformar por el fuego de la Palabra de Dios.
La mejor interpretación no se expresa en forma de comentarios u homilías, sino en acciones y gestos, en una vida de santidad transformada por el diálogo constante del creyente con la Escritura.
La finalidad de la Lectio es la comunión, la adhesión consciente y voluntaria, libre y amorosa a Aquél que se nos revela en la Escritura. Y de la comunión brota la misión.
Orar no se reduce a sentimentalismo, sino que consiste en buscar la voluntad de Dios y practicarla con alegría y generosidad. La Lectio Divina requiere una armonía entre lo que oramos y lo que vivimos. Es la decisión radical y constante de vivir según el Evangelio, de seguir a Jesús como discípulos. Si esto no lo tenemos claro y queremos hacer compatible la fe con una vida desordenada, la Lectio no puede dar ningún fruto.
Lo verdaderamente importante, no es leer la Biblia, sino vivirla. Evidentemente, para vivirla es preciso conocerla.
El método de la Lectio Divina no garantiza el encuentro con Dios. La Lectio es un adentrarse en el mundo de Dios, donde todo es gracia, donde todo es don, todo es gratuidad, donde nada es debido. La Palabra de Dios es viva y eficaz, pero no es “mágica” ni “automática”. Son necesarias unas disposiciones, como nos dice la parábola del sembrador, y siempre, ante Dios, siempre somos mendigos.
En cuanto a la metodología, que indudablemente se debe ajustar a las necesidades de cada orante, se ha delineado el siguiente esquema siguiendo el texto evangélico de Mt 7,7-8 “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque el que pide recibe; el que busca halla; y al que llama se le abrirá” que Guido II el Cartujo interpretó así: “Buscad LEYENDO y se os abrirá MEDITANDO. Llamad ORANDO y abriros han CONTEMPLANDO”.
Que bonito es esto nos habla muchi de DIOS padre HIJO Y ESPIRITU
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Cuando aparece la Lectio Divina del III DOMINGO DE PASCUA, LUCAS 24, 35-48
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Casi siempre sale el domingo anterior, con una semana de antelación.
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Seria muy educativo, la explicacion de las dos lecturas antes del evangelio ya que son complementarias de este
Como que seria un excelente lectio de las tres lecturas
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Megusta esta pagina
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Muy bien Rvdo. queria otra cosa, como las grados en la vida espiritual, pero hablar de la lectio divina, me parece estupendo. Ya ves sin esperarlo el ES te manda una luz, pero siempre por intermediarios y esta vez te tocó a ti. Un abrazo. Paco
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GRACIAS POR ENVIARME TODA ESTA IMFORMACION TAN IMPORTANTE PARA MI VIDA ESPIRITUAL HACE MUCHO BIEN YA QUE TAMBIEN LA COMPARTO CON OTROS HERMANOS QUE EL SENOR LOS SIGA BENDICIENDO , LA VIRGEN MARIA LOS SIGA PROTEGIENDO Y EL ESPIRITU SANTO LOS SIGA ILUMINANDO UN ABRAZO EN CRISTO JESUS. ROSANELLY BOJACA COLOMBIA
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Gracias por el artículo, ilustra para entender mejor la Lectio Divina
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Me encanta esto,aprender más sobre sobre la palabra de Dios, gracias padre Antonio por toda esta información.Me gustaría ponerlo en práctica en mi comunidad Muchas bendiciones y ponga me en sus oraciones,para ver si lo logro.Susana Costa Rica
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Me encataría recibirlla el domingo o el lunes anterior para preprarla con mi grupo de reflexión. Gracias por su aporte a nuestros grupos
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Me hicierán favor de envíarme para meditar antes del domingo la palabra de Dios, gracias por escucharme.
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Me interesa mucho que me envíe la Lectio Divina Dominical adelantada una Semana para poder trabajarla con mi grupo de Catequesis Familiar. De antemano Gracias
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